Lulú En El Aire (Otra Vez)
¿Qué hace una perrita llorando en plena cinta transportadora? Lulú volvió a volar, y su drama conmovió a todos en el aeropuerto.
Vieje de Lulú. Recife-Foz
Lulú En El Aire (Otra Vez)
¿Qué hace una perrita llorando en plena cinta transportadora? Lulú volvió a volar, y su drama conmovió a todos en el aeropuerto.

Vocabulario:

 

  1. Maleta: objeto donde se guarda ropa y otras cosas para viajar.
  2. Hecho trizas: muy roto o destruido emocionalmente.
  3. Cinta transportadora: banda que se mueve y transporta equipaje en los aeropuertos.
  4. Llanto: acción de llorar.
  5. Miraba: observaba algo con atención.
  6. Mascota: animal que vive con las personas como compañía.
  7. Echada: acostada en el suelo o en otra superficie.
  8. Perrita: perro hembra de tamaño pequeño o dicho con cariño.

    ¡Hola! ¿Cómo estás?

    Hoy te comparto otra historia de Lulú, mi perrita. Pero si no la conoces, te estás perdiendo a una de las protagonistas más dramáticas, fieles y peludas de este blog. Hace un tiempo compartí cómo empezó nuestra historia juntas en Venezuela. Si te lo perdiste, aquí va el link del primer capítulo: Lulú: la Perrita Callejera que nos Adoptó 

    Pues bien, Lulú me acompañó desde Venezuela hasta Recife, Brasil. Pero su historia (y la mía) no terminó allí. En 2018 hubo nuevos movimientos en la dinámica familiar: María Alejandra, mi hija, estaba estudiando su carrera universitaria en Foz de Iguazú. Y como buena familia migrante sin muchos recursos, separarnos no era una opción. Entonces volvimos a empacar la vida en una maleta.

    Así que ahí estábamos otra vez: en el aeropuerto de Recife, con Lulú en su kennel (¡gracias a Dios no lo habíamos regalado!), mi corazón hecho trizas, y el alma en modo despedida, porque dejábamos atrás a Albelis, una sobrina queridísima, y a Memo, su esposo.

    Y entonces pasó lo que solo podía pasarle a una diva como Lulú: cuando se la llevaron por la cinta transportadora, no sé cómo describirlo… Era un concierto de alaridos. No llantos normales, no. Gritos que retumbaban en todo el aeropuerto, que no es precisamente pequeño, como si le estuvieran haciendo algo terrible. La gente miraba, se conmovía, algunos se tapaban los oídos, otros buscaban de dónde venía tanto escándalo. Yo… solo quería desaparecer.

    El vuelo duraba seis horas y media con una escala eterna en São Paulo. A veces, mientras intentaba cerrar los ojos, las lágrimas se me escapaban solas. No solo por Lulú. Por todo. Por volver a empezar, por dejar a los afectos, por el miedo al futuro.

    Cuando aterrizamos en Foz, la espera en la cinta de equipaje se hizo eterna. Las maletas pasaban y pasaban, pero Lulú no aparecía. Casi me da un infarto. Hasta que un empleado de la aerolínea me explicó que las mascotas no salían por la cinta. Había que recogerlos en el mostrador.

    María Alejandra ya me estaba esperando. Corrimos a buscarla.

    Y ahí estaba.

    Mi Lulú, echada dentro del kennel, tranquila, con las dos patas delanteras cruzadas al frente, como si nada hubiera pasado. Con aire de princesa. Una diva total.

    Pero apenas nos vio… ¡el drama volvió! Comenzó a llorar otra vez. Una mezcla de alivio, reclamo, alegría, trauma y hasta manipulación. Todo junto.

    Y así comenzó nuestra nueva vida en Foz, con Lulú otra vez a nuestro lado. Porque las migraciones no son solo de personas. También son de afectos, de costumbres… y de perritas valientes como ella.

    ¿Y tú?

    ¿Alguna vez tuviste que mudarte con una mascota? ¿Te ha tocado despedirte de alguien querido en un aeropuerto?

    Cuéntamelo en los comentarios, que aquí nos entendemos. 

    Actividad de vocabulario

    Actividad de comprensión de lectura

    Si quieres leer más historias como esta…

    0 comentarios

    Enviar un comentario

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *