Vocabulario:
- Empapado: completamente mojado, como si se hubiera sumergido en agua.
- A todo pulmón: gritar o hablar con mucha fuerza y volumen.
- Olvide: dejar de recordar algo o no tenerlo presente en la memoria.
- Empezar: dar inicio o comienzo a algo.
- Apresura: realizar una acción con rapidez o urgencia.
- Agarrar: tomar algo con la mano de forma firme.
- Racimo: conjunto de frutas u objetos pequeños unidos al mismo tallo.
- Bromas: palabras o acciones hechas para provocar risa o divertir a otros.
- Mientras: indica que dos acciones ocurren al mismo tiempo.
- Atragantan: dificultarse al tragar algo, especialmente al comer rápido.
- Campanadas: sonidos que produce una campana al ser golpeada.
- Balcón: estructura saliente de un edificio, con baranda, que conecta al exterior.
- Unas copas demás: expresión que indica haber bebido más alcohol del que se debería.
- Deudas: obligaciones de pagar algo que se debe, usualmente dinero.
- Perro: animal doméstico, conocido como el mejor amigo del hombre.
- Chispazo: pequeña explosión o destello de luz producido por electricidad o fuego.
Para escuchar
En la casa de los López, una familia mexicana como pocas, la despedida del año siempre es una mezcla de caos, supersticiones y risas que parece sacada de una película de comedia.
Todo comienza con doña Carmen, la matriarca, gritando a todo pulmón: “¡No se les olvide el balde de agua!”. Y claro, nadie se atreve a ignorarla. Según ella, lanzarlo a la calle a medianoche es indispensable para limpiar las malas energías y empezar el año con buena vibra. ¿Quién sería capaz de cuestionarla?
A las 11:59 p.m., empieza el espectáculo. Cada miembro de la familia se apresura a agarrar su racimo de uvas. No es tarea fácil: entre risas y bromas, mientras se atragantan con las uvas, tratan de formular sus doce deseos al ritmo de las campanadas. Pero aquí los deseos nunca son normales. Paco, el primo bromista, siempre pide cosas como: “Que el turco olvide cobrarme lo que le debo” o, le dice a Juan con descaro: “Y que consigas novia y te cases, para que te mudes de esta casa”.
Cuando el reloj marca las doce, todo se convierte en un caos digno de un circo. Doña Carmen toma el protagonismo con su balde de agua, que lanza desde el balcón como si fuera una campeona olímpica. ¿El resultado? Más de un vecino termina empapado, mientras ella grita con orgullo: “¡Año nuevo, vida nueva!”. Y por supuesto, Lupita no se queda atrás: corre como una maratonista con una maleta en la mano, soñando con viajar a destinos exóticos, aunque su recorrido no pase de una cuadra.
Después llega el momento de los abrazos, y aquí es donde las cosas se ponen interesantes. El tío Pepe, con unas copas de más, se aferra a cada persona con abrazos que duran eternidades, siempre acompañados de discursos: “¡Este año sí ampliamos la cocina! ¡Y tú, Paco, nada de deudas, ¿eh?!”. Mientras tanto, el pequeño Toñito, que no entiende muy bien el protocolo, abraza al perro con toda seriedad porque, según él, “Firulais también merece un feliz año”.

Y por si no hubiera suficiente caos, es hora de los fuegos artificiales. El primo Chuy, el encargado de los cohetes, siempre encuentra la manera de adicionar un toque de peligro al espectáculo. Este año, un chispazo alcanza una maceta y enciende el fuego, que por suerte se apaga con el agua que a doña Carmen le sobró. Los vecinos, acostumbrados al show, aplauden desde sus balcones, entre risas y gritos de “¡Otra, otra!”.
En la casa de los López, la Nochevieja es un espectáculo único, lleno de energía, supersticiones y carcajadas. Puede que los rituales no siempre funcionen, pero algo es seguro: aquí saben empezar el año con estilo.
¿Y en tu casa? ¿Tienen tradiciones para despedir el año? ¿Qué tal si me cuentas en los comentarios?
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