Una Fiesta Agridulce Y Salada

Una Fiesta Agridulce Y Salada

Vocabulario:

  1. Calladita: Forma diminutiva de «callada,» que se refiere a una persona que está en silencio o no habla.
  2. Moras: Frutas pequeñas y redondas, de color negro o morado, que crecen en arbustos; son jugosas y suelen ser dulces o ligeramente ácidas.
  3. Fresas: Frutas rojas, con semillas en su superficie, conocidas por su sabor dulce y su aroma.
  4. Pimentón: Fruto comestible de la planta del mismo nombre, que puede ser dulce o picante, y se presenta en diversas formas y colores (rojo, verde, amarillo). Se utiliza en ensaladas, salsas y platos cocinados.
  5. Queso: Producto lácteo obtenido a partir de la coagulación de la leche.
  6. Pasapalo: Término venezolano que se refiere a un aperitivo o bocadillo, generalmente servido en fiestas y reuniones, que acompaña bebidas.
  7. Carcajadas: Risas fuertes y ruidosas que surgen de una situación cómica o divertida; reflejan alegría y diversión.
  8. Chisme: Información o noticia, a menudo de carácter informal o sensacional, que se comparte entre personas; también puede referirse a una conversación o rumor sobre la vida de otros.

    ¡Hola! ¿Cómo estás?
    Hoy te traigo una historia sabrosa y divertida. Hace poco me invitaron a una fiesta aquí en Brasil, y claro, no podía ir con las manos vacías. Así que decidí llevar un clásico de mi tierra: ¡el chisme venezolano! ¿Ya escuchaste hablar de él? Si no, prepárate, porque esta historia te va a sorprender.


    Cuando llegué a la fiesta, saqué mi platillo y lo dejé en la mesa, calladita. Sabía que la reacción iba a ser divertida. Y no me equivoqué. Apenas lo probaron, todos estaban fascinados, pero no podían adivinar qué estaban comiendo. ¿Tú qué crees que dijeron? Unos juraban que eran moras, otros fresas, ¡incluso alguien mencionó tomates! Pero nada de eso… con una sonrisa, les solté el secreto:


    —Es un agridulce de pimentón rojo con queso crema. ¡La combinación perfecta entre dulce y salado!

    Queijo creme com agridoce de pimentão vermelho

    No te lo esperabas, ¿verdad? ¡Pues ellos tampoco! Entonces, curiosos, me preguntaron cómo se llamaba el plato. Y ahí es cuando la cosa se pone buena. Con mi mejor acento venezolano, les dije:


    —Esto se llama CHISME VENEZOLANO.


    ¿Te imaginas las caras? Alberto, uno de los más curiosos del grupo, no perdió tiempo y sacó su celular para buscar el significado. De pronto, con los ojos bien abiertos, soltó:


    Não posso acreditar! CHISME em espanhol significa fofoca.


    ¿Te imaginas la escena? Todos intentando no reírse porque tenían la boca llena, pero Talita, que es rápida, logró tragar y preguntó:


    E por que é que se chama assim?


    Entonces les expliqué, y te lo cuento a ti también, las cinco razones por las que este pasapalo se llama CHISME en Venezuela:

    1. Es muy fácil de hacer.
    2. Es tan bueno, que a todo el mundo le gusta.
    3. Nunca falta en una fiesta.
    4. Donde está el CHISME, todos se quedan alrededor.
    5. Comas lo que comas, siempre quieres más.


    Mientras les explicaba esto, ellos se daban cuenta de que lo que decía era completamente cierto. Todos seguían ahí, pegados al plato, disfrutando. ¿Te imaginas? Entonces Alberto, siempre tan curioso, me preguntó:


    E como se fala: eu estou me sentindo como um fofoqueiro, em espanhol?


    Le respondí:


    —Se dice: me estoy sintiendo como un chismoso.


    ¡Y ahí estallaron las risas! Todos empezaron a repetir la frase, “¡me estoy sintiendo como un chismoso!”, mientras devoraban el chisme venezolano. Hasta que Talita, entre carcajadas, dijo:


    Eu não me importo com isso, porque esse CHISME é uma delícia!

    Al final todos terminaron diciendo:

    Amei o CHISME de Yasmin.

    Ahora te pregunto, ¿ya probaste el chisme venezolano? Si no, te desafio a que lo prepares para tu próxima reunión. ¡Te aseguro que vas a dejar a todos hablando (y comiendo) sin parar! 

    No te olvides de suscribirte para más historias y recetas divertidas, y claro, si te gustó, ¡comparte el chisme!

    Actividad de vocabulario

    Actividad de comprensión de lectura

    Promesas Rotas y Travesuras: La Historia de Lulú Continua

    Promesas Rotas y Travesuras: La Historia de Lulú Continua

    Vocabulario:

      1. Collar: Banda o cinta que se coloca alrededor del cuello, usada para identificar a las mascotas.
      2. Correa: Cinta o tira de material resistente usada para llevar a los animales sujetos.
      3. Mientras: Durante el mismo tiempo que ocurre otra acción. Paralelamente.
      4. Rato: Período breve o indeterminado de tiempo.
      5. Enojarse: Sentir enfado o molestia por algo.
      6. Cola: Parte trasera y alargada de algunos animales; también.
      7. Echar un vistazo: Mirar rápidamente o de forma superficial.

      ¡Hola de nuevo! ¿Te acuerdas de la historia de Lulú que comencé a contarte el mes pasado? Si no la leíste, te recomiendo que le eches un vistazo porque esta es la continuación de esa aventura. Pero si ya la conoces, prepárate porque esta parte te va a sacar una sonrisa, y quizás te sientas identificado con esas promesas que hacemos en casa y luego no cumplimos… gracias a Dios.

      Después de aquel día en que Lulú llegó a nuestras vidas de forma inesperada, volvimos a casa, y la situación afuera seguía siendo un verdadero caos. Las calles estaban llenas de tensión y violencia, lo que hacía prácticamente imposible salir a conseguir lo que Lulú necesitaba. Imagínate lo complicado que era encontrar un collar, una correa o incluso desparasitantes en medio de todo eso. Ni hablar de hacerle una camita cómoda. La inseguridad nos tenía atrapados, y cada vez que pensábamos en salir, el miedo nos frenaba. Y aquí es donde quiero ser muy honesta contigo: yo intentaba mantenerme firme, recordándoles a mis hijas que habíamos aceptado a Lulú solo de forma provisional, porque ellas se comprometieron a buscarle un hogar. Pero, dime tú, ¿quién iba a querer adoptar a una perrita en medio de semejante caos?

      Además, aunque ellas insistían en que estaban buscando un lugar adecuado para Lulú, te confieso que tanto ellas como yo estábamos jugando un doble juego. Por mi parte, ya no quería que se la llevaran, y ellas… bueno, ellas «buscaban» adoptantes, pero con tantas condiciones que era prácticamente imposible. Siempre me decían: «Mamá, esa persona no puede ser porque vive muy lejos» o «Tiene un gato, ¡Lulú no se llevaría bien con él!» ¿Te suena familiar? Estoy segura de que si has pasado por algo similar, ya te imaginas cómo iba a terminar esta historia.

      Mientras todo esto pasaba, Lulú no dejaba de crecer y, para mi sorpresa, aprendía a una velocidad impresionante. ¡Te juro que en pocos días ya obedecía a comandos como «siéntate», «dame la pata», «la otra», y hasta «gira»! Era imposible no enamorarme cada vez más de ella, aunque debo admitir que también me hizo pasar más de un mal rato. ¿Conoces esas travesuras típicas de los perritos? Bueno, Lulú destrozó plantas, mordió varias medias y, lo peor de todo, ¡se dedicó a masticar las esquinas de algunos libros! Sí, mis libros. ¿Te imaginas el drama?

      Pero, ¿sabes qué? Por más que esas cosas me frustraran, el amor que le teníamos crecía tanto que cualquier pequeño desastre quedaba en segundo plano. Era imposible enojarse por mucho tiempo cuando la veías mover la cola de felicidad o correr por el jardín como si no hubiera un mañana. Esos momentos, aunque pequeños, nos ayudaban a sobrellevar los días difíciles. Mis hijas, que estaban estresadas por todo lo que pasaba afuera, empezaron a sonreír más, sobre todo cuando llevaban a Lulú a jugar al jardín con Bambi, su nueva amiga. Verlas correr juntas, felices y libres, me hacía sentir que todo valía la pena.

      Y así, entre juegos, travesuras y mucho cariño, Lulú se fue convirtiendo en parte de la familia. Aquella promesa de buscarle un hogar quedó en el olvido, porque para entonces ya sabíamos que su lugar era con nosotros.

      Ahora dime, ¿alguna vez te has resistido a adoptar una mascota y después terminaste cediendo? ¡Cuéntamelo en los comentarios, que seguro tu historia también tiene momentos divertidos!

      Por cierto, si te gustó esta parte de la historia, no te pierdas las próximas publicaciones, porque la aventura de Lulú todavía tiene mucho que contar. 

      ¡Nos vemos pronto!

       

      Actividad de vocabulario

      Actividad de comprensión de lectura

      De Profesora de Español a Entrenadora de Románticos Desesperados

      De Profesora de Español a Entrenadora de Románticos Desesperados

      Vocabulario:

      1. Meter la pata: Cometer un error.
      2. Sonrojar: Ponerse rojo en la cara por vergüenza o timidez.
      3. Cachos: En español, «cuernos»; se usa para referirse a la infidelidad.
      4. Enojarse: Sentir rabia.
      5. Pegar: Golpear a alguien o algo con la mano u objeto.
      6. Risita: Risa suave y contenida.
      7. Vaya: Expresión que denota sorpresa, asombro o admiración.
      8. Echarse a reír: Comenzar a reírse de forma espontánea.
      9. Rizos: Cabello rizado o con bucles.
      10. Duda: Falta de certeza sobre algo.
      11. Jugar una mala pasada: hacerle a alguien algo inesperado que lo perjudica o pone en una situación incómoda.

        Hola! ¿Cómo estás?
        Te cuento algo curioso: ser profesora de español a veces va más allá de enseñar solo palabras y frases. Mis clases terminan siendo una mezcla de cultura, hábitos, vida diaria… ¡y hasta consejos románticos! Sí, así como lo oyes. ¿Alguna vez te has encontrado en una situación donde el idioma te juega una mala pasada? Pues eso le pasó a Rodrigo, un alumno que me pidió algo que no me esperaba.

        — Profe, ¿me puedes ayudar con algo? —me dijo, medio avergonzado.

        ¿Qué te imaginas que me pidió? Yo pensaba que sería una duda típica de gramática o algo así. Pero no…

        — Es que… me gusta una chica hispana. Es paraguaya, y quiero impresionarla, pero la primera vez que lo intenté, metí la pata.

        ¡Aquí fue cuando supe que venía una historia buena! Yo ya sospechaba que se trataba de un malentendido de esos que te hacen sonrojar.

        — ¿Y qué pasó? —le pregunté, curiosa, esperando el desastre.

        — Le dije que tenía unos cachos muy bonitos, pero ella se enojó y casi me pega.

        ¡Imagina mi cara! ¡Cachos! No pude evitar soltar una risita, aunque intenté contenerme. Rodrigo siempre tenía esas formas creativas de expresarse, pero esta vez… ¡vaya error!

        — Rodrigo… ¿Sabes lo que significa cachos en español? —le pregunté, preparándome para su reacción.

        Él me miró a través de la cámara, confundido, como preguntándose qué había hecho mal.

        — Pensé que era el cabello así, como encaracolado.

        ¡Claro! En portugués, cachos significa eso, pero en español, cachos significa cuernos, es decir, lo que tienen algunos animales en la cabeza. También se usa para cuando alguien es infiel. O sea, le dijiste que tenía unos cuernos muy bonitos.

        Mulher morena com lindos cachos, com expressão de raiva

        Los ojos se le abrieron como platos. ¿Te imaginas estar en su lugar? Primero el horror, y luego se echó a reír. ¡Y cómo no!

        — ¡No puede ser! ¡Yo solo quería decir que su cabello era lindo! —me dijo entre risas.

        Le aclaré lo que debía haber dicho:

        — Lo correcto era decir «tienes unos rizos muy bonitos». ¡Cuidado con esos falsos amigos!

        Entre risas, me dijo:

        — ¡Ay, profe! Ahora entiendo por qué se enojó tanto.

        Pero la cosa no terminó ahí. Rodrigo tenía otra duda, y esta también te puede sonar familiar.

        — Quiero decirle que me gusta, pero no quiero que se confunda entre «te quiero» y «me gustas». ¿Qué hago?

        ¿A ti también te confunden estas expresiones? Le expliqué lo básico:

        — «Me gustas» es lo que dices cuando alguien te atrae. «Te quiero» ya es algo más profundo, como cariño, y «te amo»… bueno, eso ya es lo más fuerte que puedes decir.

        Rodrigo tomó nota como si de eso dependiera su éxito romántico.

        — Entonces, si le digo «me gustas», ¿no la asusto?

        — Exacto, pero cuidando las palabras, Rodrigo. Y claro, esta no es una táctica infalible, pero es probable que, al menos, esa chica paraguaya con lindos rizos te devuelva el saludo.

        Terminamos la clase riéndonos de la situación, y mientras se desconectaba, me quedé pensando: a veces, no solo enseño gramática… también ayudo a mis alumnos a abrir su corazón sin tropezar con los malentendidos.

        Si tú también quieres evitar los falsos amigos del español y asegurarte de que tus conquistas amorosas sean un éxito, no dudes en aprender con nosotros. ¡Tu próxima conversación puede ser la clave del corazón de alguien!

        Actividad de vocabulario

        Actividad de comprensión de lectura

        De Científico A Mimo: La Divertida Odisea De Tiago En Una Farmacia Colombiana

        De Científico A Mimo: La Divertida Odisea De Tiago En Una Farmacia Colombiana

        Vocabulario:

         

          1. Cerrar: Acción de hacer que una puerta, ventana, u objeto deje de estar abierto.
          2. Sonrió: Expresión de alegría o satisfacción mediante el movimiento de los labios.
          3. Mientras: Indica simultaneidad entre dos acciones o hechos.
          4. Miraba: Acción de dirigir la vista hacia algo o alguien en un tiempo pasado.
          5. Chiste: Breve narración o dicho gracioso que provoca risa.
          6. Jet lag: Desajuste del reloj biológico debido a un cambio de zona horaria.
          7. Habitación: Cuarto.
          8. Olvidado: Algo que ha sido dejado fuera de la memoria.
          9. Empacar: Guardar o preparar objetos para un viaje o mudanza.
          10. Acercó: Acción de reducir la distancia. 
          11. Dependiente: Persona que trabaja atendiendo al público en una tienda o establecimiento.
          12. Escoba: Instrumento usado para barrer o limpiar el suelo.
          13. Tiburón: Pez carnívoro grande de mandíbulas fuertes. Metafóricamente SER UN TIBURÓN se refiere a una persona agresiva.

          ¡Hola! ¿Cómo estás? 

          Yo soy la profesora Yasmin y hoy quiero contarte la historia de Tiago, un exitoso ejecutivo de ventas de una empresa brasileña que fabrica insumos y soluciones médicas. 

          En el mundo corporativo, Tiago es un tiburón, siempre preparado para cualquier negociación. Así que, cuando le dijeron que debía viajar a Colombia para cerrar un trato con un hospital en Bogotá, Tiago sonrió y pensó: «¿Español? Bah, ¿para qué? Los términos científicos son iguales en todos los idiomas. Y si no, siempre está el inglés.»

          Lleno de confianza, Tiago llegó a Bogotá. La reunión comenzó bien, pero pronto notó que algo andaba mal. Mientras intentaba explicar cómo su equipo médico podía «revolucionar la experiencia del paciente», parte del personal médico lo miraba con la misma cara que uno pone cuando escucha un chiste malo y no lo entiende. «Hmm, debe ser la diferencia horaria», pensó. Pero no, el problema no era el jet lag; era el idioma. Los términos científicos que Tiago creía universales resultaron ser como los nombres de las telenovelas: iguales, pero diferentes.

          Después de una reunión en la que parecía que Tiago había estado hablando en chino, regresó a su hotel, agotado y con el cerebro haciendo un corto circuito. Al llegar a su habitación, se dio cuenta de que había olvidado empacar lo más básico: sus utensilios y productos de higiene personal. «Bueno, al menos ir a la farmacia será fácil», pensó.

          Con la confianza que lo caracteriza, Tiago entró en la farmacia y se acercó al dependiente. «Hola, ¿podría darme una escova de dente?», dijo con su mejor acento portugués. Este lo miró como si acabara de pedir una nave espacial y, con una sonrisa, le entregó una escoba de barrer. Tiago, sorprendido, pensó: «Vixe, os colombianos são eficientes, mas isso já é demais«. Después de intentar explicar que no planeaba limpiar la habitación del hotel, sino su boca, terminó haciéndose entender con un gesto más apropiado para un mimo que para un ejecutivo.

          Homem jovem com uma vassoura sorrindo e com o polegar para cima

          La odisea no terminó ahí. Cuando intentó pedir una afeitadora, su descripción acabó sonando como un tutorial de origami. Finalmente, salió de la farmacia con un cepillo de dientes, una afeitadora y una crema que no estaba seguro si era para afeitarse o para encerar el carro, y un juramento personal: «Vou aprender espanhol antes de que tentem me fazer comprar uma vassoura de novo«.

          ¡Que no te pase lo que a Tiago!

          Aprender un nuevo idioma no solo evita malentendidos, sino también momentos en los que te conviertes en el protagonista de una comedia involuntaria. No dejes que una escoba te arruine el día. ¡Inscríbete en nuestras clases de español y asegúrate de saber pedir un cepillo de dientes la próxima vez!

          ¡Hasta pronto!

          Actividad de vocabulario

          Actividad de comprensión de lectura

          Lulú: la Perrita Callejera que nos Adoptó

          Lulú: la Perrita Callejera que nos Adoptó

          Vocabulario:

          1. Perrita: Animal doméstico, canino, feminino y pequeño.
          2. Calle: Vía pública por donde circulan vehículos y peatones.
          3. Callejera: Que vive o se encuentra en la calle, sin dueño.
          4. Pueblito: Pequeño pueblo, generalmente con pocas casas y habitantes.
          5. Jaula: Estructura cerrada que se utiliza para encerrar animales.
          6. Pajaritas: Aves femeninas pequeñas.
          7. Helados: Dulces congelados elaborados a base de leche o frutas.
          8. Cachorrita: Perrita joven o pequeño.
          9. Aire risueño: Apariencia que transmite alegría y optimismo.
          10. Acera: Parte lateral de una calle por donde caminan las personas.
          11. Hogar: Lugar donde vive una persona o familia.
          12. Chicas: Jóvenes mujeres o niñas.
          13. Pipí: Término infantil o coloquial para referirse a la orina o acto de orinar.
          14. Periódico: Papel para publicación impresa con noticias y artículos sobre diversos temas.

            Era febrero de 2014, y Venezuela se había convertido en uno de los peores escenarios de guerra que jamás conocí: tiros, calles cerradas, detenidos y muertos eran parte de nuestro cotidiano. Yo estaba ahí, con dos hijas, una de 16 y otra de 20 años, atrapadas en casa, lidiando con la escasez de alimentos y muchas restricciones para salir.

            Después de tres semanas en esa situación, decidimos que, tan pronto como tuviéramos la oportunidad, tomaríamos nuestro carro y viajaríamos a un pueblito en las montañas andinas donde vive parte de la familia. Allí, aunque había algunos disturbios, todo estaba más tranquilo y había más comida. Mavi y Alejandra no podían esperar; apenas llegaron, se pusieron ropa deportiva y salieron a trotar, parecían dos pajaritas recién liberadas de la jaula.

            De repente cambiaron de idea y decidieron ir a comer helados. Mientras cruzaban una calle, vieron a una cachorrita que venía en sentido contrario. Era una adorable perrita callejera color caramelo, con un aire risueño y ojos alegres. Parecía tan concentrada en alcanzar a las chicas que no se daba cuenta de que un camión gigante estaba a punto de atropellarla. Era imposible que el conductor la viese, así que las chicas comenzaron a gritarle. Él escuchó y, gracias a Dios, se detuvo.

            La cachorrita terminó de cruzar la calle, pero estaba tan pequeña que no conseguía subirse a la acera. Tras mucho esfuerzo, finalmente lo consiguió y se sentó frente a mis hijas, mirándolas con esos ojos brillantes, como de caricatura.

            Las chicas preguntaron por todos lados si alguien buscaba al animalito. Solo supieron que los vecinos notaron su presencia en la calle desde hacía una semana y que se alimentaba de cualquier cosa que le daban. Sin más opciones, Mavi y Ale decidieron llevarla a casa prometiendo que le encontrarían un hogar. Sabían que yo me resistía a tener mascotas porque no tenía mucha certeza de que ellas asumirían el trabajo que ello implicaba.

            Mi suegra, rápidamente, se encargó de alimentar a la perrita y se unió a sus nietas en un complot para convencerme de que la dejara quedarse. Mientras tanto, las chicas discutían sobre cómo llamar a la cachorrita. Entonces apareció Carla, una de mis sobrinas, y, como siempre, aplacó la discusión sugiriendo el nombre de Lulú.

            La primera noche de Lulú en la casa de la abuela, dormidita encima del equipaje de la familia.

            Esa misma noche, las chicas enseñaron a Lulú a hacer pipí en un periódico y a mirarme con ojos vidriosos, como quien expresa todo su amor. Lo cierto es que Lulú ya había conquistado un lugar en mi corazón.

            Han pasado diez años desde que comenzó la historia de Lulú en Venezuela, y ahora continúa en Brasil. Lulú nos ha acompañado en cada paso de este viaje y hay muchas historias que contar sobre ella, pero esta concluye aquí. Si tienes curiosidad, prometo continuarla en las próximas publicaciones, ¡así que no te las pierdas!

            ¡Hasta pronto!

            Actividad de vocabulario

            Actividad de comprensión de lectura