Promesas Rotas y Travesuras: La Historia de Lulú Continua
Entre la violencia fuera de nuestro hogar y las travesuras dentro, los momentos de ternura de Lulú terminaron ganando la batalla.
Foto da cachorrinha Lulú em um quadro
Promesas Rotas y Travesuras: La Historia de Lulú Continua
Entre la violencia fuera de nuestro hogar y las travesuras dentro, los momentos de ternura de Lulú terminaron ganando la batalla.

Vocabulario:

    1. Collar: Banda o cinta que se coloca alrededor del cuello, usada para identificar a las mascotas.
    2. Correa: Cinta o tira de material resistente usada para llevar a los animales sujetos.
    3. Mientras: Durante el mismo tiempo que ocurre otra acción. Paralelamente.
    4. Rato: Período breve o indeterminado de tiempo.
    5. Enojarse: Sentir enfado o molestia por algo.
    6. Cola: Parte trasera y alargada de algunos animales; también.
    7. Echar un vistazo: Mirar rápidamente o de forma superficial.

    ¡Hola de nuevo! ¿Te acuerdas de la historia de Lulú que comencé a contarte el mes pasado? Si no la leíste, te recomiendo que le eches un vistazo porque esta es la continuación de esa aventura. Pero si ya la conoces, prepárate porque esta parte te va a sacar una sonrisa, y quizás te sientas identificado con esas promesas que hacemos en casa y luego no cumplimos… gracias a Dios.

    Después de aquel día en que Lulú llegó a nuestras vidas de forma inesperada, volvimos a casa, y la situación afuera seguía siendo un verdadero caos. Las calles estaban llenas de tensión y violencia, lo que hacía prácticamente imposible salir a conseguir lo que Lulú necesitaba. Imagínate lo complicado que era encontrar un collar, una correa o incluso desparasitantes en medio de todo eso. Ni hablar de hacerle una camita cómoda. La inseguridad nos tenía atrapados, y cada vez que pensábamos en salir, el miedo nos frenaba. Y aquí es donde quiero ser muy honesta contigo: yo intentaba mantenerme firme, recordándoles a mis hijas que habíamos aceptado a Lulú solo de forma provisional, porque ellas se comprometieron a buscarle un hogar. Pero, dime tú, ¿quién iba a querer adoptar a una perrita en medio de semejante caos?

    Además, aunque ellas insistían en que estaban buscando un lugar adecuado para Lulú, te confieso que tanto ellas como yo estábamos jugando un doble juego. Por mi parte, ya no quería que se la llevaran, y ellas… bueno, ellas «buscaban» adoptantes, pero con tantas condiciones que era prácticamente imposible. Siempre me decían: «Mamá, esa persona no puede ser porque vive muy lejos» o «Tiene un gato, ¡Lulú no se llevaría bien con él!» ¿Te suena familiar? Estoy segura de que si has pasado por algo similar, ya te imaginas cómo iba a terminar esta historia.

    Mientras todo esto pasaba, Lulú no dejaba de crecer y, para mi sorpresa, aprendía a una velocidad impresionante. ¡Te juro que en pocos días ya obedecía a comandos como «siéntate», «dame la pata», «la otra», y hasta «gira»! Era imposible no enamorarme cada vez más de ella, aunque debo admitir que también me hizo pasar más de un mal rato. ¿Conoces esas travesuras típicas de los perritos? Bueno, Lulú destrozó plantas, mordió varias medias y, lo peor de todo, ¡se dedicó a masticar las esquinas de algunos libros! Sí, mis libros. ¿Te imaginas el drama?

    Pero, ¿sabes qué? Por más que esas cosas me frustraran, el amor que le teníamos crecía tanto que cualquier pequeño desastre quedaba en segundo plano. Era imposible enojarse por mucho tiempo cuando la veías mover la cola de felicidad o correr por el jardín como si no hubiera un mañana. Esos momentos, aunque pequeños, nos ayudaban a sobrellevar los días difíciles. Mis hijas, que estaban estresadas por todo lo que pasaba afuera, empezaron a sonreír más, sobre todo cuando llevaban a Lulú a jugar al jardín con Bambi, su nueva amiga. Verlas correr juntas, felices y libres, me hacía sentir que todo valía la pena.

    Y así, entre juegos, travesuras y mucho cariño, Lulú se fue convirtiendo en parte de la familia. Aquella promesa de buscarle un hogar quedó en el olvido, porque para entonces ya sabíamos que su lugar era con nosotros.

    Ahora dime, ¿alguna vez te has resistido a adoptar una mascota y después terminaste cediendo? ¡Cuéntamelo en los comentarios, que seguro tu historia también tiene momentos divertidos!

    Por cierto, si te gustó esta parte de la historia, no te pierdas las próximas publicaciones, porque la aventura de Lulú todavía tiene mucho que contar. 

    ¡Nos vemos pronto!

     

    Actividad de vocabulario

    Actividad de comprensión de lectura

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