El Gran Viaje de Lulú: Preparativos Con Patitas y Paciencia

El Gran Viaje de Lulú: Preparativos Con Patitas y Paciencia

Vocabulario:

 

  1. Jaula: Estructura cerrada utilizada para encerrar animales.
  2. Vacuna: Sustancia que estimula el sistema inmunológico para prevenir enfermedades.
  3. Reto: Desafío o tarea difícil que requiere esfuerzo para superarse.
  4. Sencillo: Fácil, sin complicaciones.
  5. Logramos: Conseguimos algo después de esfuerzo o trabajo (forma plural de «lograr»).
  6. Perrito: Perro pequeño o forma cariñosa de referirse a un perro (animal de cuatro patas, el mejor amigo del hombre).
  7. Cerrándole: Acción de impedir el acceso a algo para alguien (gerundio).
  8. Aullaba: Emitía un sonido fuerte y prolongado, característico de perros o lobos (pretérito de «aullar»).
  9. Roto: Dañado o separado en partes (participio de «romper»).
  10. Aunque: Conector que introduce una idea que contrasta con lo dicho antes.
  11. Listo/Lista: Preparado/a.

    ¡Hola! ¿Qué tal?

     Hoy quiero contarte sobre una parte muy especial de mi vida: los preparativos para traer a mi querida Lulú, mi compañera de cuatro patas, desde Venezuela a Brasil. No fue tarea fácil, pero cada pequeño desafío se convirtió en una anécdota que atesoro.

    Todo empezó con algo aparentemente sencillo: encontrar un kennel (sí, la famosa jaulita para viajar). En un post anterior te conté como en Venezuela la escasez de productos hacía que encontrar algo tan específico fuera todo un reto. Los pocos que había o eran demasiado grandes, o demasiado pequeños, o demasiado caros. Después de buscar y preguntar por todos lados, logramos adaptar uno que quedó perfecto, pero… ¡eso fue solo el comienzo!

    El siguiente desafío fue acostumbrar a Lulú a usar su nuevo espacio. Los viajes en avión iban a ser muy largos, y era importante que se sintiera cómoda en su kennel. ¿Has tratado de explicarle a un perrito que una jaula es su nuevo cuarto? Bueno, yo tampoco podía. Así que empezamos cerrándole la puerta por unos minutos al día. Al principio, su cara de indignación era para enmarcar. Aullaba como si le hubiera roto el corazón. ¿Te imaginas el drama? Pero poco a poco, con premios y mucha paciencia, intentamos que lo viera como su zona segura. Aunque siendo honestos, creo que nunca logramos acostumbrarla del todo. Lulú siempre fue más de andar libre, con el viento en su carita y su cola al aire.

    Luego llegó el capítulo del veterinario. Lulú y el doctor… digamos que no eran los mejores amigos. Cada vez que entrábamos al consultorio, parecía que Lulú estaba audicionando para un drama en el teatro. Pero las visitas eran inevitables: había que vacunarse, hacerse chequeos y reunir los certificados sanitarios exigidos para viajar. Aunque conseguí un veterinario con precios razonables, los medicamentos y vacunas seguían siendo difíciles de encontrar. Algunos los tuve que buscar en otras ciudades, ¡todo para que mi Lulú estuviera en regla!

    Injeção

    Por último, los trámites legales para sacarla del país. ¡Qué odisea! Entre papeles, permisos y gastos, a veces sentía que era más complicado que si yo misma estuviera solicitando una visa. Pero, al final, con perseverancia y el apoyo de algunos amigos, logramos tener todo listo.

    Cuando finalmente llegó el día del viaje, Lulú estaba lista (bueno, más o menos, porque viajar no era su idea favorita). La miré dentro de su kennel y le susurré: «Prepárate, Lulú, porque nos esperan aventuras y una nueva vida llena de colores, sabores y, claro, muchas caminatas».

    Y así fue como mi peludita y yo cruzamos fronteras, con mucho esfuerzo y amor, listas para comenzar una nueva etapa juntas.

    Ahora quiero saber de ti: ¿tienes alguna historia divertida o conmovedora sobre sus mascotas? ¡Déjala en los comentarios! También puedes decirme cuál es la palabra nueva que aprendiste hoy, como kennel, vacuna o jaula

    ¡Te leo! 😊

    Actividad de vocabulario

    Actividad de comprensión de lectura

    Manual de Supervivencia en un Asado Argentino

    Manual de Supervivencia en un Asado Argentino

    Vocabulario:

     

    1. Tráete: Expresión informal que se usa para pedirle a alguien que lleve o traiga algo consigo, generalmente para compartir o colaborar en una actividad.
    2. Dudé: Pasado del verbo «dudar»; tuve incertidumbre o falta de seguridad.
    3. Parrilla / asado: Estructura para asar carnes al fuego / comida cocinada en esta estructura.
    4. Parrillero: Persona que prepara asados; también, espacio donde se hace la parrilla.
    5. Azotea: Parte superior y plana de un edificio, usada como terraza o cubierta.
    6. Olor: Sensación percibida por el sentido del olfato.
    7. Res: Mamífero bovino, comúnmente criado para carne y leche.
    8. Suelen: Verbo «soler»; indican hábito o algo que ocurre frecuentemente.
    9. Bromeé: Pasado de «bromear»; hice un comentario o acción en tono de broma.

      ¡Hola! ¿Qué tal?

      Hoy quiero compartirte mi experiencia con una parrilla argentina.

      El otro día, al regresar a casa, encontré una nota en la puerta: «Te esperamos este domingo para un asado en la azotea. Tráete una ensalada y ¡buen humor! – Los vecinos (Juan y Lucía)». ¡Ni dudé en aceptar! Un asado argentino es una experiencia que no podía perderme, y la idea de usar la parrillera en la azotea le daba un toque especial.

      El domingo, al subir al salón de la azotea, el aroma del asado ya se sentía desde el primer piso. ¿Te imaginas el olor? carne jugosa en la parrilla, un toque de carbón y el sonido de la brasa. Juan y Lucía tenían la parrilla llena de cortes tradicionales, con dos protagonistas que me llamaron la atención: el bife de chorizo y el chorizo.

      Aquí va la diferencia, para que no te confundas: el chorizo es un embutido pequeño y especiado, parecido a una salchicha gruesa, hecho de carne de cerdo o de una mezcla de carnes. Suele servirse como entrada o en el clásico choripán. En cambio, el bife de chorizo es un corte de carne de res, grueso y jugoso, como el contra-filé brasileño, que se cocina al punto deseado y se sirve como plato principal.

      Pontos de cozimento da carne

      ¿Te imaginas esa carne jugosa? Juan, como buen asador, tenía el bife de chorizo justo jugoso, es decir, con un centro rosado y tierno. Me explicó que los argentinos suelen preferir la carne así, aunque también se puede pedir a punto o bien cocida. Mientras cortaba el bife, bromeé:

      — En Brasil, algunos prefieren la carne bien cocida, aunque la mayoría la pide a punto o jugosa.

      Todos se rieron, y Juan, en tono serio, respondió:

      — Acá eso es casi un sacrilegio.

      Y, cuando creía que ya había probado todo, Juan me sirvió un corte que no había visto antes: la entraña. Me advirtió:

      — Esta carne, para quedar perfecta, tiene que estar a punto; si te pasás, pierde todo el encanto.

      Tomé un bocado y… ¡qué sorpresa! Era tan sabrosa que no pude evitar confesar:

      — ¡Quiero aprender a cocinarla así!

      La tarde terminó con un ritual muy argentino: el aplauso para el parrillero, mientras mirábamos el atardecer desde la azotea. Con la barriga llena y el corazón contento, bajé pensando en esos cortes jugosos y en la dedicación con que los preparan. Y ahora, cuando pruebo un bocado de dulce de leche –que me mandaron de recuerdo–, pienso en el asado, los vecinos y esa pasión argentina por la carne en su punto justo.

      ¿Y tú? ¿Te imaginas el olor de un buen asado? ¿Te gusta la carne jugosa, a punto o bien cocida? ¡Cuéntanos en los comentarios cuál es tu corte favorito en un asado!

      ¡Hasta la próxima!

      Actividad de vocabulario

      Actividad de comprensión de lectura

      El Gran Lazo Rosa De Lulú

      El Gran Lazo Rosa De Lulú

      Vocabulario:

       

        1. Cola: Parte posterior y alargada de algunos animales, como los perros.
        2. Ajena: Que pertenece a otra persona o que no está relacionado con uno mismo.
        3. Solía: Expresa una acción que era habitual en el pasado.
        4. Escalera: Conjunto de peldaños que sirve para subir o bajar entre diferentes niveles.
        5. Señaló: Indicó o mostró algo o a alguien con el dedo u otro gesto.
        6. Cerrar: Poner fin o bloquear la entrada o salida de algo, como una puerta o una situación.
        7. Callejera: Relacionado con la calle, especialmente usado para describir a alguien o algo que vive o pasa mucho tiempo en la calle.
        8. Mientras: Indica que dos acciones ocurren al mismo tiempo.

      Expresiones:

        1. A todo pulmón: Gritar o hablar con toda la fuerza de la voz.
        2. Se puso colorado: Enrojecer de vergüenza.
        3. No sabía dónde meterse: Sentir tanta vergüenza o incomodidad que se quisiera desaparecer.
        4. Que la tierra se lo tragara: Desear desaparecer por vergüenza o incomodidad extrema.
        5. Se atragantaron de la risa: Reírse tanto que cuesta respirar o hablar.
        6. Le quedaba: Expresión que indica cómo algo (ropa, accesorios, etc.) se ajusta o se ve en una persona o animal.
        7. Ni rastro: Que no queda ninguna señal o indicio de algo.

        ¡Hola! ¿Qué tal?

        Hoy te traigo la tercera entrega de las aventuras de Lulú, mi fiel compañera. Si has estado siguiendo sus historias, sabrás que Lulú llegó a mi vida de forma inesperada y, desde entonces, no ha dejado de sorprendernos con su energía y carisma. En este tercer post, que como siempre publico cada primer lunes del mes, te contaré un momento muy divertido que vivimos cuando Lulú se volvió la estrella del barrio, gracias a su famoso lazo rosa.

        Lulú se había convertido en toda una celebridad en las residencias. Las chicas, emocionadas con su nueva compañera, le habían comprado un gran lazo rosa que lucía con orgullo en cada paseo. Ya no quedaba ni rastro de aquella perrita callejera que había sido; ahora, con su porte elegante y su lazo perfectamente colocado, parecía una aristócrata paseando por los jardines de una gran mansión. No había vecino que no la conociera; todos la saludaban y comentaban lo bien que le quedaba su accesorio. Lulú caminaba como una verdadera estrella, moviendo su cola de un lado a otro, feliz por toda la atención que recibía.

        Un día, el padre de las chicas, quien solía llevarla de paseo, fue al centro comercial. Subía tranquilamente por las escaleras eléctricas, disfrutando de un rato a solas, cuando una niña que bajaba por el lado opuesto lo reconoció. Con ojos bien abiertos y sin poder contener la emoción, señaló al hombre y gritó a todo pulmón:

        —¡Ese es el papá de la perrita linda del lazo rosa!

        Menina descendo a escada, gritando e assinalando algo

        La voz resonó en todo el centro comercial. En un abrir y cerrar de ojos, la gente comenzó a girar la cabeza, curiosos por saber de quién hablaba la niña. ¿Te imaginas? El padre de las chicas se puso colorado de la vergüenza. Sentía cómo el calor subía por su rostro y, en ese momento, no sabía dónde meterse. ¡No tenía escapatoria! Incluso algunos comenzaron a reír y murmurar.

        Intentando mantener la compostura, él simplemente sonrió, asintió tímidamente y continuó su camino. Pero, por dentro, quería que la tierra se lo tragara.

        Al llegar a casa y contar lo sucedido, las chicas se atragantaron de la risa. No podían parar de imaginar la escena y la expresión de su padre rodeado de tantas miradas curiosas. Lulú, ajena a la situación, solo le dio una vuelta a su lazo rosa y se echó a sus pies, como diciendo: «Somos un buen equipo, ¿verdad?»

        Espero que te haya sacado una sonrisa esta nueva aventura de Lulú. Si aún no conoces las primeras historias, ¡no te las pierdas! Puedes encontrarlas aquí en el blog, donde cuento cómo Lulú llegó a nuestras vidas y comenzó su travesía.

        ¿Qué te pareció la anécdota? Si te gustó este post, compártelo y no te pierdas el próximo, que estará lleno de más aventuras.

        Actividad de vocabulario

        Actividad de comprensión de lectura

        Cada Vez Más Lejos Del “Portuñol”: La Clave Que Acercó A Carlos Al Español de Verdad

        Cada Vez Más Lejos Del “Portuñol”: La Clave Que Acercó A Carlos Al Español de Verdad

        Vocabulario:

        1. Lejos: A una gran distancia; no cerca.
        2. Acercar: Mover algo o a alguien más cerca de un lugar o persona.
        3. Aún más: Indica un incremento o un grado adicional de algo.
        4. Klingon: Una raza ficticia de guerreros del universo de Star Trek, conocida por su idioma y cultura.
        5. Me tocó: Expresión que indica que algo fue asignado o le ocurrió a una persona.
        6. Empecemos: Frase que invita a iniciar una actividad o proceso.
        7. Pantalla: Superficie en la que se muestra información visual, como en computadoras o televisores.
        8. Duda: Incertidumbre o falta de seguridad sobre algo.
        9. Ceño: Arruga que se forma en la frente al fruncir el rostro, generalmente por preocupación o descontento.
        10. Sonriendo: Acción de mostrar alegría o felicidad mediante la curvatura de los labios.
        11. Perrita: Forma diminutiva de «perra»; puede referirse a una perra joven o a una perra en un contexto cariñoso.

        ¡Hola! ¿Qué tal?

        Yo soy la profesora Yasmin, y enseño mi lengua materna, el español, a muchos profesionales cuya vida laboral ya es bastante complicada. Pero si, además, no tienen mucha certeza de si lo que están hablando es español o portuñol… bueno, ahí es donde las cosas pueden complicarse aún más. Uno de los errores más comunes está relacionado con los pronombres, y justo eso fue lo que le pasó a Carlos, uno de mis alumnos.

        Carlos comenzó su clase visiblemente frustrado.

        —Profe, ¡siempre me pasa lo mismo con el cliente chileno! Quiero decirle que voy a enviarle el informe, pero termino diciendo algo como “envío lo”. La cara del cliente… parece que está tratando de descifrar un código alienígena. ¡Parecía que hablaba klingon!

        ¿Te suena familiar?

        Me tocó calmar a Carlos, porque esa es una situación más común de lo que él imaginaba.

        —Carlos, tranquilo. Eso de los pronombres es un dolor de cabeza para muchos, pero hoy lo aclaramos y nunca más tendrás problemas. Vamos a dejar el portuñol atrás.

        Carlos me miró esperanzado, pero con escepticismo.

        —¡Bueno, a ver si lo consigo de una vez! —dijo, cruzando los dedos.

        Empecemos por lo básico —le dije, compartiendo mi pantalla con algunos ejemplos—. En español, cuando usamos pronombres de complemento directo, como lo, la, los o las, por regla general, el pronombre siempre va antes y separado del verbo. Por ejemplo: «Lo envío mañana» (con el verbo enviar en presente).

        Pero si tienes un infinitivo, un imperativo o un gerundio, el pronombre se coloca después y junto al verbo.

        Por ejemplo:

        • «Voy a enviarlo» (infinitivo).
        • «Estoy enviándolo» (gerundio).
        • «Envíalo» (imperativo).

        —¡Entonces estuve diciendo todo al revés! —suspiró Carlos, soltando una risita nerviosa—. ¡No me extraña que el cliente me mirara como si estuviera haciendo malabares con las palabras!

        Cliente cético na tela do computador

        —Exacto, pero no te preocupes. Esto pasa mucho cuando mezclamos el portuñol. En español, los pronombres tienen su lugar claro, y una vez que lo entiendes, todo fluye mejor. ¡Practiquemos!

        —¡Vamos! —dijo con entusiasmo renovado.

        —Reformula la frase en presente: “Yo reviso los documentos”, sustituyendo el complemento directo «los documentos» por su pronombre.

        —¿Yo los reviso? —respondió con duda, frunciendo el ceño.

        —¡Exacto! —celebré—. Ahora pásala a gerundio.

        —Yo estoy revisándolos —dijo esta vez con más confianza.

        —¡Eso es! ¿Y si la colocamos en imperativo? —pregunté.

        —¡Revísalos! Creo que ya lo tengo —dijo, sonriendo satisfecho.

        En ese momento, Lulú, mi perrita, decidió hacer una aparición estelar, corriendo detrás de mí y ladrando en medio de nuestra conversación.

        —¡Profe! ¿Esa es Lulú? Yo leí su historia en tu blog —Carlos se rió—. ¡Ella también quiere practicar los pronombres!

        —Parece que sí —le respondí riendo—. Aprovechemos para practicar un poco más. ¿Cómo dirías: «Lulú quiere conocer a mi»?

        Carlos pensó un segundo y respondió con confianza:

        —Sería “Lulú quiere conocerme” porque es un infinitivo.

        —¡Exacto! ¿Y con estos elementos: “Lulú ya conoce a mi”? Con el verbo conocer en presente —le pregunté.

        —Con el verbo en presente sería: “Lulú ya me conoce” —respondió, visiblemente más seguro.

        —¡Perfecto, Carlos! ¡Lo tienes!

        —Gracias, profe. ¡Ahora todo tiene sentido! Pero necesitaré practicar, porque cuando hablo rápido, ¡parece que mi cerebro juega al escondite con las reglas!

        Carlos me autorizó a compartir su clase contigo, y sobre todo los ejercicios que encontrarás al final de esta historia. ¿Y tú? ¿También te incomoda usar portuñol en tus reuniones de trabajo? Vamos a ponerle fin a eso. Entra en contacto y cuéntame cómo puedo ayudarte a mejorar tu español y dejar el portuñol atrás. ¡Estoy aquí para que hables con confianza en cualquier situación profesional!

        ¡Hasta la próxima!

        Ejercicios:

        Pasa el cursor por el texto y clica en la combinación correcta de pronombre y verbo.

        Actividad de vocabulario

        Actividad de comprensión de lectura

        Promesas Rotas y Travesuras: La Historia de Lulú Continua

        Promesas Rotas y Travesuras: La Historia de Lulú Continua

        Vocabulario:

          1. Collar: Banda o cinta que se coloca alrededor del cuello, usada para identificar a las mascotas.
          2. Correa: Cinta o tira de material resistente usada para llevar a los animales sujetos.
          3. Mientras: Durante el mismo tiempo que ocurre otra acción. Paralelamente.
          4. Rato: Período breve o indeterminado de tiempo.
          5. Enojarse: Sentir enfado o molestia por algo.
          6. Cola: Parte trasera y alargada de algunos animales; también.
          7. Echar un vistazo: Mirar rápidamente o de forma superficial.

          ¡Hola de nuevo! ¿Te acuerdas de la historia de Lulú que comencé a contarte el mes pasado? Si no la leíste, te recomiendo que le eches un vistazo porque esta es la continuación de esa aventura. Pero si ya la conoces, prepárate porque esta parte te va a sacar una sonrisa, y quizás te sientas identificado con esas promesas que hacemos en casa y luego no cumplimos… gracias a Dios.

          Después de aquel día en que Lulú llegó a nuestras vidas de forma inesperada, volvimos a casa, y la situación afuera seguía siendo un verdadero caos. Las calles estaban llenas de tensión y violencia, lo que hacía prácticamente imposible salir a conseguir lo que Lulú necesitaba. Imagínate lo complicado que era encontrar un collar, una correa o incluso desparasitantes en medio de todo eso. Ni hablar de hacerle una camita cómoda. La inseguridad nos tenía atrapados, y cada vez que pensábamos en salir, el miedo nos frenaba. Y aquí es donde quiero ser muy honesta contigo: yo intentaba mantenerme firme, recordándoles a mis hijas que habíamos aceptado a Lulú solo de forma provisional, porque ellas se comprometieron a buscarle un hogar. Pero, dime tú, ¿quién iba a querer adoptar a una perrita en medio de semejante caos?

          Además, aunque ellas insistían en que estaban buscando un lugar adecuado para Lulú, te confieso que tanto ellas como yo estábamos jugando un doble juego. Por mi parte, ya no quería que se la llevaran, y ellas… bueno, ellas «buscaban» adoptantes, pero con tantas condiciones que era prácticamente imposible. Siempre me decían: «Mamá, esa persona no puede ser porque vive muy lejos» o «Tiene un gato, ¡Lulú no se llevaría bien con él!» ¿Te suena familiar? Estoy segura de que si has pasado por algo similar, ya te imaginas cómo iba a terminar esta historia.

          Mientras todo esto pasaba, Lulú no dejaba de crecer y, para mi sorpresa, aprendía a una velocidad impresionante. ¡Te juro que en pocos días ya obedecía a comandos como «siéntate», «dame la pata», «la otra», y hasta «gira»! Era imposible no enamorarme cada vez más de ella, aunque debo admitir que también me hizo pasar más de un mal rato. ¿Conoces esas travesuras típicas de los perritos? Bueno, Lulú destrozó plantas, mordió varias medias y, lo peor de todo, ¡se dedicó a masticar las esquinas de algunos libros! Sí, mis libros. ¿Te imaginas el drama?

          Pero, ¿sabes qué? Por más que esas cosas me frustraran, el amor que le teníamos crecía tanto que cualquier pequeño desastre quedaba en segundo plano. Era imposible enojarse por mucho tiempo cuando la veías mover la cola de felicidad o correr por el jardín como si no hubiera un mañana. Esos momentos, aunque pequeños, nos ayudaban a sobrellevar los días difíciles. Mis hijas, que estaban estresadas por todo lo que pasaba afuera, empezaron a sonreír más, sobre todo cuando llevaban a Lulú a jugar al jardín con Bambi, su nueva amiga. Verlas correr juntas, felices y libres, me hacía sentir que todo valía la pena.

          Y así, entre juegos, travesuras y mucho cariño, Lulú se fue convirtiendo en parte de la familia. Aquella promesa de buscarle un hogar quedó en el olvido, porque para entonces ya sabíamos que su lugar era con nosotros.

          Ahora dime, ¿alguna vez te has resistido a adoptar una mascota y después terminaste cediendo? ¡Cuéntamelo en los comentarios, que seguro tu historia también tiene momentos divertidos!

          Por cierto, si te gustó esta parte de la historia, no te pierdas las próximas publicaciones, porque la aventura de Lulú todavía tiene mucho que contar. 

          ¡Nos vemos pronto!

           

          Actividad de vocabulario

          Actividad de comprensión de lectura