¡Frutas, Verduras, Regateos Y El Truco De Las Tres Vueltas A La Piña!

¡Frutas, Verduras, Regateos Y El Truco De Las Tres Vueltas A La Piña!

Vocabulario:

    1. Señalando: Indicando con el dedo u otro gesto una dirección o algo en particular.
    2. Con la boca abierta: Estar sorprendido o asombrado.
    3. Olió: Pretérito del verbo OLER: Percibir aromas o fragancias con la nariz.
    4. Huelen: Presente del verbo OLER: Percibir aromas o fragancias con la nariz.
    5. Jovencita: Persona femenina de poca edad, generalmente adolescente.
    6. Ácida: De sabor agrio o picante, como el limón.
    7. Acercarse: Moverse en dirección hacia algo o alguien.
    8. Regatear: Negociar el precio de un producto buscando una rebaja.
    9. Sonrisa: Gesto de alegría o simpatía, curvando los labios hacia arriba.

    ¡Hola! ¿Cómo estás? Soy la profesora Yasmin y hoy quiero compartir contigo una historia un poco curiosa, ¡y con un toque de humor!

    Este sábado llevé a mi vecina Isabella al mercado. Como recién llegó a Brasil, pensé que sería una buena oportunidad para mostrarle lo increíble que es la variedad de frutas y verduras de aquí. Aunque, si te soy sincera, a veces no lo notamos porque es algo de lo que disfrutamos todos los días, ¿verdad?

    Apenas entramos, Isabella no podía creer lo que veía. ¡Estaba con la boca abierta! Caminaba entre los puestos, maravillada con los colores y tamaños de todo lo que veía.

    —¡Mira esas sandías! —exclamó señalando unas enormes.

    —Sí, bien frías son lo mejor para un día de calor —le respondí. Y es cierto, ¿no? ¿Tú también las disfrutas en verano?

    Seguimos caminando, y no podía dejar de asombrarse. Nos detuvimos en un puesto de frutas y ella tomó una mandarina. La olió como si fuera la mejor fragancia del mundo.

    —Estas huelen delicioso —me dijo sonriendo—. ¿Y qué me dices de esas cebollas? ¡Son gigantes!

    —¡Y están en oferta! —le contesté.

    Pero la sorpresa llegó cuando nos acercamos al puesto de las piñas. Un vendedor nos miró con complicidad y, con aire de experto, nos soltó un consejo que no esperaba:

    —Si quieren que esta piña esté bien dulce, tienen que darle tres vueltas antes de cortarla.

    Isabella lo miró como si no pudiera creerlo.

    —¿Tres vueltas? —preguntó intrigada.

    —Así es, jovencita. ¡Si no lo hacen, sale ácida! —dijo el señor, en tono de complicidad como quien comparte un secreto.

    Nos reímos mucho, pero Isabella decidió que era mejor no arriesgarse. Puso una piña en el carrito y me dijo:

    —Voy a darle las vueltas, por si acaso.

    Garota sorridente segurando um abacaxi

    Más tarde, llegó el momento del regateo. Isabella, que ya estaba en su elemento, decidió intentar conseguir una mejor oferta en las mandarinas.

    —Si me llevo una docena, ¿me hace un precio especial? —le preguntó al vendedor con una sonrisa encantadora.

    Y, ¿adivinas qué? ¡Le hizo el descuento! Nuestras bolsas terminaron llenas de aguacates, lechugas, fresas, cebollas, mandarinas y, claro, la famosa piña.

    Y ahora te pregunto, ¿crees que ese truco realmente funciona? Solo hay una forma de saberlo: ¡dale las tres vueltas a tu piña antes de cortarla! Ah, y no te vayas sin contarme en los comentarios: ¿cuál es tu fruta o vegetal favorito?

    Actividad de vocabulario

    Actividad de comprensión de lectura

    De Profesora de Español a Entrenadora de Románticos Desesperados

    De Profesora de Español a Entrenadora de Románticos Desesperados

    Vocabulario:

    1. Meter la pata: Cometer un error.
    2. Sonrojar: Ponerse rojo en la cara por vergüenza o timidez.
    3. Cachos: En español, «cuernos»; se usa para referirse a la infidelidad.
    4. Enojarse: Sentir rabia.
    5. Pegar: Golpear a alguien o algo con la mano u objeto.
    6. Risita: Risa suave y contenida.
    7. Vaya: Expresión que denota sorpresa, asombro o admiración.
    8. Echarse a reír: Comenzar a reírse de forma espontánea.
    9. Rizos: Cabello rizado o con bucles.
    10. Duda: Falta de certeza sobre algo.
    11. Jugar una mala pasada: hacerle a alguien algo inesperado que lo perjudica o pone en una situación incómoda.

      Hola! ¿Cómo estás?
      Te cuento algo curioso: ser profesora de español a veces va más allá de enseñar solo palabras y frases. Mis clases terminan siendo una mezcla de cultura, hábitos, vida diaria… ¡y hasta consejos románticos! Sí, así como lo oyes. ¿Alguna vez te has encontrado en una situación donde el idioma te juega una mala pasada? Pues eso le pasó a Rodrigo, un alumno que me pidió algo que no me esperaba.

      — Profe, ¿me puedes ayudar con algo? —me dijo, medio avergonzado.

      ¿Qué te imaginas que me pidió? Yo pensaba que sería una duda típica de gramática o algo así. Pero no…

      — Es que… me gusta una chica hispana. Es paraguaya, y quiero impresionarla, pero la primera vez que lo intenté, metí la pata.

      ¡Aquí fue cuando supe que venía una historia buena! Yo ya sospechaba que se trataba de un malentendido de esos que te hacen sonrojar.

      — ¿Y qué pasó? —le pregunté, curiosa, esperando el desastre.

      — Le dije que tenía unos cachos muy bonitos, pero ella se enojó y casi me pega.

      ¡Imagina mi cara! ¡Cachos! No pude evitar soltar una risita, aunque intenté contenerme. Rodrigo siempre tenía esas formas creativas de expresarse, pero esta vez… ¡vaya error!

      — Rodrigo… ¿Sabes lo que significa cachos en español? —le pregunté, preparándome para su reacción.

      Él me miró a través de la cámara, confundido, como preguntándose qué había hecho mal.

      — Pensé que era el cabello así, como encaracolado.

      ¡Claro! En portugués, cachos significa eso, pero en español, cachos significa cuernos, es decir, lo que tienen algunos animales en la cabeza. También se usa para cuando alguien es infiel. O sea, le dijiste que tenía unos cuernos muy bonitos.

      Mulher morena com lindos cachos, com expressão de raiva

      Los ojos se le abrieron como platos. ¿Te imaginas estar en su lugar? Primero el horror, y luego se echó a reír. ¡Y cómo no!

      — ¡No puede ser! ¡Yo solo quería decir que su cabello era lindo! —me dijo entre risas.

      Le aclaré lo que debía haber dicho:

      — Lo correcto era decir «tienes unos rizos muy bonitos». ¡Cuidado con esos falsos amigos!

      Entre risas, me dijo:

      — ¡Ay, profe! Ahora entiendo por qué se enojó tanto.

      Pero la cosa no terminó ahí. Rodrigo tenía otra duda, y esta también te puede sonar familiar.

      — Quiero decirle que me gusta, pero no quiero que se confunda entre «te quiero» y «me gustas». ¿Qué hago?

      ¿A ti también te confunden estas expresiones? Le expliqué lo básico:

      — «Me gustas» es lo que dices cuando alguien te atrae. «Te quiero» ya es algo más profundo, como cariño, y «te amo»… bueno, eso ya es lo más fuerte que puedes decir.

      Rodrigo tomó nota como si de eso dependiera su éxito romántico.

      — Entonces, si le digo «me gustas», ¿no la asusto?

      — Exacto, pero cuidando las palabras, Rodrigo. Y claro, esta no es una táctica infalible, pero es probable que, al menos, esa chica paraguaya con lindos rizos te devuelva el saludo.

      Terminamos la clase riéndonos de la situación, y mientras se desconectaba, me quedé pensando: a veces, no solo enseño gramática… también ayudo a mis alumnos a abrir su corazón sin tropezar con los malentendidos.

      Si tú también quieres evitar los falsos amigos del español y asegurarte de que tus conquistas amorosas sean un éxito, no dudes en aprender con nosotros. ¡Tu próxima conversación puede ser la clave del corazón de alguien!

      Actividad de vocabulario

      Actividad de comprensión de lectura

      Lulú: la Perrita Callejera que nos Adoptó

      Lulú: la Perrita Callejera que nos Adoptó

      Vocabulario:

      1. Perrita: Animal doméstico, canino, feminino y pequeño.
      2. Calle: Vía pública por donde circulan vehículos y peatones.
      3. Callejera: Que vive o se encuentra en la calle, sin dueño.
      4. Pueblito: Pequeño pueblo, generalmente con pocas casas y habitantes.
      5. Jaula: Estructura cerrada que se utiliza para encerrar animales.
      6. Pajaritas: Aves femeninas pequeñas.
      7. Helados: Dulces congelados elaborados a base de leche o frutas.
      8. Cachorrita: Perrita joven o pequeño.
      9. Aire risueño: Apariencia que transmite alegría y optimismo.
      10. Acera: Parte lateral de una calle por donde caminan las personas.
      11. Hogar: Lugar donde vive una persona o familia.
      12. Chicas: Jóvenes mujeres o niñas.
      13. Pipí: Término infantil o coloquial para referirse a la orina o acto de orinar.
      14. Periódico: Papel para publicación impresa con noticias y artículos sobre diversos temas.

        Era febrero de 2014, y Venezuela se había convertido en uno de los peores escenarios de guerra que jamás conocí: tiros, calles cerradas, detenidos y muertos eran parte de nuestro cotidiano. Yo estaba ahí, con dos hijas, una de 16 y otra de 20 años, atrapadas en casa, lidiando con la escasez de alimentos y muchas restricciones para salir.

        Después de tres semanas en esa situación, decidimos que, tan pronto como tuviéramos la oportunidad, tomaríamos nuestro carro y viajaríamos a un pueblito en las montañas andinas donde vive parte de la familia. Allí, aunque había algunos disturbios, todo estaba más tranquilo y había más comida. Mavi y Alejandra no podían esperar; apenas llegaron, se pusieron ropa deportiva y salieron a trotar, parecían dos pajaritas recién liberadas de la jaula.

        De repente cambiaron de idea y decidieron ir a comer helados. Mientras cruzaban una calle, vieron a una cachorrita que venía en sentido contrario. Era una adorable perrita callejera color caramelo, con un aire risueño y ojos alegres. Parecía tan concentrada en alcanzar a las chicas que no se daba cuenta de que un camión gigante estaba a punto de atropellarla. Era imposible que el conductor la viese, así que las chicas comenzaron a gritarle. Él escuchó y, gracias a Dios, se detuvo.

        La cachorrita terminó de cruzar la calle, pero estaba tan pequeña que no conseguía subirse a la acera. Tras mucho esfuerzo, finalmente lo consiguió y se sentó frente a mis hijas, mirándolas con esos ojos brillantes, como de caricatura.

        Las chicas preguntaron por todos lados si alguien buscaba al animalito. Solo supieron que los vecinos notaron su presencia en la calle desde hacía una semana y que se alimentaba de cualquier cosa que le daban. Sin más opciones, Mavi y Ale decidieron llevarla a casa prometiendo que le encontrarían un hogar. Sabían que yo me resistía a tener mascotas porque no tenía mucha certeza de que ellas asumirían el trabajo que ello implicaba.

        Mi suegra, rápidamente, se encargó de alimentar a la perrita y se unió a sus nietas en un complot para convencerme de que la dejara quedarse. Mientras tanto, las chicas discutían sobre cómo llamar a la cachorrita. Entonces apareció Carla, una de mis sobrinas, y, como siempre, aplacó la discusión sugiriendo el nombre de Lulú.

        La primera noche de Lulú en la casa de la abuela, dormidita encima del equipaje de la familia.

        Esa misma noche, las chicas enseñaron a Lulú a hacer pipí en un periódico y a mirarme con ojos vidriosos, como quien expresa todo su amor. Lo cierto es que Lulú ya había conquistado un lugar en mi corazón.

        Han pasado diez años desde que comenzó la historia de Lulú en Venezuela, y ahora continúa en Brasil. Lulú nos ha acompañado en cada paso de este viaje y hay muchas historias que contar sobre ella, pero esta concluye aquí. Si tienes curiosidad, prometo continuarla en las próximas publicaciones, ¡así que no te las pierdas!

        ¡Hasta pronto!

        Actividad de vocabulario

        Actividad de comprensión de lectura